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Pocos saben que los restos de un pequeño puente que se encuentran en el lago que hay junto a la Facultad de Filosofía y Letras en el Prado de la Magdalena son de un verdadero puente por el que discurría el Esgueva.
Al desviar el Esgueva por su cauce actual, este puente se quedó seco y decidieron construir a su alrededor un pequeño estanque junto a un parque con plantas silvestres y unas cuantas palmeras.
Lo más curioso de este puente es que no se tiene muy claro cuál es su verdadero nombre, ya que el ramal urbano del Esgueva (o la Esgueva como también puede llamarse) contaba con doce puentes. De estos, dos estaban ocultos, uno era el que se encontraba en la calle Chapuceros (actualmente Bajada de la Libertad) y otro bajo la calle Platerías. En el Prado de la Magdalena había una cerca que contenía la Puerta del Prado y que desembocaba en el camino de Renedo y más al sur, se encontraba la Puerta de la Pólvora (cerca de la actual calle Pólvora). Por otro lado, en el puente de la Reina se dividían los dos ramales de la Esgueva y con su puerta controlaban el caudal de agua. También estaba el ramal del norte que entraba en la ciudad por la Puerta del Prado, regaba unas amplias tierras y cruzaban por el puente de las Chirimías, donde se abrían de nuevo dos ramales que se juntaban en el siguiente puente. Esto hace creer que los restos que quedan en el lago que se construyó en el Prado de la Magdalena, correspondan al puente de las Chirimías.
Según se recoge en las crónicas municipales, en la zona del Prado se hacían obras de mejora en la Casa de las Chirimías, llamado así, porque un grupo de músicos tocaba con este instrumento. La chirimía es un tipo de dulzaina que se usaba entre reyes y cortesanos en el siglo XVII.
*FUENTES:
Delfín Val, José (2011) Historias notorias de Valladolid. La Editorial de Urueña