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El niño perdido, Fabio Nelli, Leyenda, Palacio Santa Cruz, Universidad, Valladolid
Descubrimos aquí una insólita leyenda de Valladolid sobre un sillón frailero del siglo XVI al que muchos temen.
Todo comienza con la idea de crear la primera cátedra de Anatomía Humana en la ciudad del Pisuerga, ya que aquí residían por entonces los mejores cirujanos de la época. En 1550 esta idea era una realidad y por la sala de disección pasaron los más destacados médicos europeos. De hecho, en 1551 se recopiló todo en el primer libro en castellano sobre la materia, el Libro de la anatomía humana, de Bernardino Montaña de Montserrate (abuelo de Marina de Escobar).
De entre los alumnos, un tal Andrés Proaza cursó esta cátedra, aunque no llegó a obtener el título de doctor debido a que su genealogía judío-conversa lo inhabilitaba para ello. También corrían numerosos rumores de que Proaza practicaba la hechicería, magia negra y rituales.
Curiosamente en el libro Tradiciones universitarias (1948) de Saturnino Rivera, se recogen sucesos extraños que ocurrieron donde vivía Andrés Proaza en la actual calle de Esgueva. En esta vía se encuentra un establecimiento llamado ‘El niño perdido’, cuyo nombre se debe a esta historia:
Una noche desapareció un niño pequeño y su desaparición creó tensiones entre quienes vivían cerca de Proaza pues, muchas noches se oían gemidos procedentes de su casa. Los rumores fueron tan insistentes que el director de la Universidad solicitó que buscasen e interrogasen a Proaza. Al acceder los alguaciles a la morada, encontraron sobre todo tipo de muebles papeles que recopilaban con todo detalle cómo investigaba Andrés Proaza realizando disecciones en vivo en un sillón frailero.
En su defensa Proaza alegó que la disección sobre cadáveres resultaba demasiado vaga y poco útil, por lo que se vio obligado a realizarla en vivo. También declaró no haber realizado ningún tipo de hechicería o magia negra.
Todas sus prácticas habían sido realizadas en el famoso sillón, regalo de un nigromante navarro que se lo regaló por haberle cuidado cuando estuvo enfermo. El sillón había sido rescatado de la hoguera durante las persecuciones contra hechiceros, magos y brujas que ordenó el emperador Carlos. Además, según cuentan el poseedor de este sillón disfrutaría de todos los conocimientos que anhelase, mientras que el que allí tomase asiento moriría, al igual que todo el que quisiera destruirlo.
Tras escuchar las alegaciones y comprobar su autenticidad, Proaza fue encarcelado en Valladolid y la Universidad se incautó de todos sus bienes. Para deshacerse de los mismos, convocaron hasta tres pujas, pero nadie quiso adquirirlos por la mala fama que tenían. El mobiliario fue guardado en un desván y allí permaneció hasta que un bedel descubrió el sillón y se sentó. Hecho por el cual se asegura que al tercer día apareció muerto. A raíz del suceso, alguien recordó la leyenda de Proaza y desde la Universidad decidieron colgarlo en la sacristía de la capilla universitaria, para contrarrestar sus efectos demoníacos.
Hoy en día puede visitarse este sillón en el Palacio de Fabio Nelli, el cual está acordonado para evitar que el visitante tenga la tentación de sentarse.
*FUENTES: Valladolid Universal. Historias y leyendas de la ciudad que fue capital del mundo. (2014) Roberto Alonso. Elefantus Books.
*IMAGEN: https://www.info.valladolid.es/blog/la-leyenda-del-sillon-del-diablo/